Marcadores diagnosticos de Enfermedad de Alzheimer
INTRODUCCIÓN
La enfermedad de
Alzheimer (EA) es la demencia neurodegenerativa más frecuente en países
desarrollados. Se ha demostrado que las primeras alteraciones biológicas de la
enfermedad se inician décadas antes de la aparición de los primeros síntomas,
lo que supone un gran avance en el conocimiento de la enfermedad y para obtener
marcadores biológicos in vivo. Los actuales criterios diagnósticos de
investigación propuestos para EA permiten realizar un diagnóstico precoz en
fase prodrómica y etiológico, apoyándose en marcadores biológicos objetivos. La
necesidad de iniciar tratamientos en fases muy iniciales ha enfatizado que la
detección precoz es esencial.
La EA se
caracteriza por depósitos de amiloide, ovillos neurofibrilares, y pérdida
neuronal y sináptica. Las zonas afectas inicialmente son el hipocampo y el
córtex entorrinal, y posteriormente áreas de asociación corticales. Además, hay
una pérdida neuronal subcortical en el núcleo basal de Meynert y el locus coeruleus. A
medida que progresa la degeneración neurofibrilar y los depósitos de amiloide,
se alcanza el umbral para que aparezcan los primeros síntomas clínicos. Cuando
el deterioro cognitivo progresa e interfiere con el funcionamiento social y
ocupacional, se alcanza la fase de demencia. Los criterios propuestos por
Dubois permiten realizar el diagnostico de EA en fase sintomática predemencia o
prodrómica, al añadir a la presencia de síntomas clínicos determinados
biomarcadores (atrofia temporal medial evaluada mediante RM, concentraciones
anormales de tau o betaaamiloide en LCR, hipometabolismo temporoparietal o
detección de betaamiloide evaluada mediante PET). La presencia de deterioro
significativo de la memoria episódica, independientemente del grado de pérdida
funcional, junto con la presencia de al menos un biomarcador anormal son
suficientes para el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer probable. La
presencia de una mutación autosómica dominante en cualquiera de los genes
descritos que producen EA en un paciente sintomático implicaría el diagnóstico
de EA definitiva.
Un biomarcador es
un indicador utilizado para valorar riesgo o presencia de una enfermedad. Los
criterios para un biomarcador ideal en EA propuestos en 1998 establecían que
debía detectar hallazgos neuropatológicos de la enfermedad y tener sensibilidad
y especificidad mayor del 80%. Además debía ser reproducible, fiable, no
invasivo, sencillo de realizar y con coste bajo. Se han estudiado diversos
biomarcadores en EA, marcadores genéticos, biomarcadores en plasma y líquido
cefalorraquídeo (LCR) y marcadores de neuroimagen.
MARCADORES GENÉTICOS
La EA monogénica,
determinada genéticamente por alteración de genes causantes de la enfermedad,
se produce por mutaciones en tres genes: el gen de la proteína precursora de
amiloide (APP) en el cromosoma 21, el gen de la presenilina 1 (PSEN1) en el
cromosoma 14 y el gen de la presenilina 2 (PSEN2) en el cromosoma 1. Las
mutaciones en el gen APP representan el 10-20% de los casos familiares de EA de
inicio precoz con patrón de herencia autosómico dominante. Además de mutaciones
puntuales, se han descrito duplicaciones del gen. El gen de la PSEN1 es
responsable del 30-70% de los casos familiares con patrón autosómico dominante.
Las mutaciones del gen PSEN2 son las menos frecuentes, menos del cinco por cien
de todas las mutaciones de EA descritas. La detección de mutaciones en estos
genes permite el diagnóstico de EA definitivo en vida y posibilidad de realizar
diagnóstico presintomático en familiares sanos pertenecientes a estas familias.
La mayoría de los
casos de EA son esporádicos. La EA poligénica, en la que polimorfismos de
ciertos genes actuarían como factores de riesgo, representa la mayoría de
pacientes con EA y en ella están implicados genes de susceptibilidad con
interacciones con factores ambientales. El principal factor de riesgo genético
para EA de inicio tardío es el alelo ε4 del gen de la APOE (cromosoma 19), que
tiene tres alelos (ε2, ε3 y ε4). El alelo ε3 y el genotipo ε3/ ε3 son los más
frecuentes en la población (en un 80%). El alelo ε4 está presente en el 15% de
la población europea y el ε2 es el más infrecuente. El alelo ε4 está sobrerepresentado
en pacientes con EA, comparado con controles. Esto se observó en EA tardía
familiar y después también en EA esporádica. Como grupo, las personas con alelo
ε4 tienen un riesgo mayor de padecer EA respecto a las que no lo poseen. Hay un
efecto dosis-dependiente: la presencia de un alelo ε4 se asocia con un riesgo
moderado (odds ratio: 2,2-4,4) y la presencia de dos, con riesgo
elevado (odds ratio: 5,1-17,9). No obstante, algunos portadores
de APOE ε4 sobreviven hasta edades avanzadas sin padecer trastorno cognitivo.
La presencia de ε4 también afecta a la edad de inicio de la enfermedad: los
portadores de ε4 tienen una edad de inicio más precoz y los de ε2 más tardía.
Al no ser necesario ni suficiente para ocasionar EA, la EFNS (European Federation of Neurological Associations) no
recomienda el análisis de APOE en la práctica rutinaria del diagnóstico de EA.
No obstante, el genotipo APOE es una variable importante en ensayos clínicos
para evitar un sesgo genético y evaluar el efecto del genotipo sobre las
variables de eficacia. El alelo ε4 se encuentra también con más frecuencia en
pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL) y se asocia a mayor riesgo de
conversión a EA. En algunos estudios, dicha asociación no alcanza significación
estadística o se asocia a conversión en el grupo de DCL de mayor edad. Las
diferencias pueden explicarse por los criterios de DCL utilizados y que no
todos los estudios tienen como objetivo principal analizar la influencia de
APOE sobre la progresión del DCL.
Estudios de
asociación del genoma completo GWAS han sugerido que variaciones en los genes
clusterina (CLU), phosphatidylinositol binding clathrin assembly protein (PICALM), brindging integrator (BIN1) y complement component (3b/4b)
receptor 1 (CR1) también estarían implicados en el riesgo de desarrollar EA,
aunque su efecto genético sería modesto. Se ha descubierto una mutación en el
gen de la proteína precursora de amiloide (APP) que reduce la producción de
betaamiloide y que actúa como factor protector para EA. Se ha descrito
recientemente el gen TREM2 en casos de EA. Aunque su frecuencia es muy baja en
todas las poblaciones estudiadas, su riesgo es comparable al alelo ε4 del gen
ApoE, el principal factor de riesgo para EA esporádica. También se ha
identificado el primer gen asociado al mecanismo de consumo energético del
cerebro y al riesgo de sufrir EA, el ATP5H/KCTD2.
BIOMARCADORES EN LCR Y PLASMA
Los cambios degenerativos
en la EA se inician años antes del inicio de los primeros síntomas. Incluyen
cambios en metabolismo de la proteína precursora de amiloide (APP),
fosforilación de proteína tau, estrés oxidativo e inflamación y desregulación
del metabolismo lipídico. El LCR refleja la composición del espacio
extracelular cerebral y es el fluido con rendimiento más alto desde el punto de
vista de biomarcadores; sin embargo, no se obtiene LCR de forma rutinaria en la
práctica clínica en pacientes con demencia. La identificación de un marcador en
plasma permitiría su determinación de forma más rápida, más aplicable, y
reduciría la necesidad de una prueba invasiva como la punción lumbar, pero la
fisiología de la barrera hematoencefálica limita el potencial de un posible biomarcador
en plasma.
1.- EN LCR
El perfil de
biomarcadores de EA en el LCR se caracteriza por disminución de la
concentración de Aβ 42 y un aumento de tau
fosforilada.
El péptido Aβ es el
principal componente de las placas de amiloide de los cerebros con EA. El
amiloide que se encuentra en las placas está en estado insoluble y altamente
agregado. Este péptido se genera por un procesamiento proteolítico a partir de
la APP lo que da lugar a péptidos de diferentes longitudes, siendo la forma
predominante Aβ40. Un 10% de las especies
de amiloide, están formadas por Aβ42 , de longitud mayor y
mayor tendencia a formar fibrillas y depósitos insolubles. La disminución de Aβ42 en LCR probablemente
refleje el acumulo de Aβ42 en el cerebro, existiendo buena correlación
entre niveles de Aβ42 en LCR y PET marcado con componente de
Pittsburgh. Las personas con una cognición normal tienen un descenso de la
concentración de Aβ42 en LCR con la edad, mayor en portadores del ε4
de APOE, que se iniciaría décadas antes de la edad de inicio habitual de la EA.
En pacientes presintomáticos portadores de mutaciones en gen de PSEN1, niveles
de Aβ42 en LCR se correlacionan con la edad ajustada
(diferencia entre edad media de los síntomas en la familia y edad actual del
paciente), llegando a un “efecto suelo” cuando aparecen los primeros síntomas.
En general, los estudios no muestran diferencias en niveles de Aβ40 en LCR en EA o DCL respecto a controles Hay
asociación entre la alteración de biomarcadores en LCR e hipometabolismo en
18F-fluorodesoxiglucosa PET (18F-DDG-PET) en áreas afectas en estadios
iniciales de EA.
En pacientes con
DCL, la mayoría de estudios muestra niveles de Aβ42 en LCR intermedios
entre EA y controles. En estudios longitudinales, pacientes con DCL progresivo
muestran niveles de Aβ42 en LCR menores que
aquellos con DCL estable, aunque la sensibilidad para diferenciar ambos grupos
es reducida. La precisión aumenta si se combina Aβ42 con T-tau (proteina tau
total) o P-tau (proteina tau fosforilada), aunque existe un gran solapamiento
entre los grupos.
Otros
biomarcadores relacionados con los hallazgos neuropatológicos de EA son las
proteínas T-tau y P-tau, que reflejan degeneración neuronal y daño cerebral y
se alteran con posterioridad a la alteración de Aβ42. La proteína tau se
localiza en los axones neuronales y es esencial para la estabilización y
mantenimiento de los microtúbulos. Se han estudiado los niveles de T-tau y P-tau
en LCR en EA y DCL. En EA se ha observado aumento de los niveles totales de tau
(del orden de 3 veces) en LCR respecto a controles. Sin embargo, su
especificidad es reducida e incrementos similares pueden observarse en otras
demencias. La medición de P-tau en LCR en EA ha mostrado niveles aumentados
respecto a controles, con sensibilidad del 80% y especificidad del 92% para
detectar EA. Los niveles de t-tau y p-tau se encuentran aumentados en pacientes
con DCL que progresan, comparado con los que permanecen estables, y la
sensibilidad para diferenciar ambos grupos es alta, aunque con especificidad
baja. La combinación de la medición de tau total y Aβ42 en LCR permite aumentar la precisión diagnóstica para
predecir el desarrollo de demencia.
Recientemente se
ha identificado otro posible biomarcador en LCR, una disminución de los niveles
de ADN mitocondrial.
Existen ciertas
limitaciones para que el estudio de biomarcadores en LCR se convierta en una
prueba diagnóstica rutinaria. La punción lumbar es una técnica invasiva, los
puntos de corte de los biomarcadores pueden variar de un laboratorio a otro, en
relación con factores relacionados con la recogida o manejo y almacenamiento de
la muestra. Se ha establecido la necesidad de un proceso de estandarización de
metodología y análisis de la muestra e interpretación de resultados.
2.- EN PLASMA
Algunos estudios
epidemiológicos mostraron que niveles elevados de homocisteína se asocian a
aumento del riesgo de demencia. Sin embargo, los niveles en pacientes con EA no
difieren al compararlos con otras enfermedades neurodegenerativas ni parecen
influir en la evolución clínica.
Existe un cambio
en el ratio entre isoformas de la APP determinadas en plaquetas en EA. La
sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de EA es del 88% y 89%,
respectivamente. La alteración de este ratio parece ser un evento temprano al
demostrarse alterada en pacientes con DCL.
Los casos de EA
familiar causada por mutaciones en genes de presenilinas o APP tienen niveles
plasmáticos elevados de Aβ42, igual que los
pacientes con síndrome de Down. Se pensó que los niveles de Aβ42 pudieran ser útiles en diagnóstico de EA
esporádica, pero estudios transversales y longitudinales mostraron que no
permiten detectar diferencias con los controles. Diversos estudios muestran que
no hay buena correlación entre niveles de Aβ en plasma y LCR, ni con
depósitos de Aβ cerebral. También se ha
sugerido que los niveles de Aβ40 en plasma se
comportarían como un marcador de daño vascular y se correlacionarían con lesiones
de la sustancia blanca cerebral e infartos lacunares en EA, DCL o angiopatía
amiloide. Resultados contradictorios sobre el valor de estos biomarcadores
podrían deberse a dificultades técnicas en su análisis en plasma, ya que se
unen con gran facilidad a proteínas plasmáticas y sufren oligomerización. Otra
posibilidad es que niveles de Aβ40 y Aβ42 en plasma varíen en diferentes estadios y con
la progresión, por lo que es importante el momento de extracción de la muestra.
En la actualidad no existe suficiente evidencia para utilizar en
la práctica clínica ningún biomarcador plasmático para la EA.
MARCADORES DE NEUROIMAGEN
Un marcador de
imagen debe ser capaz de detectar cambios relacionados con el proceso
neurodegenerativo, describiendo su aparición y fases o estadios. Además de la TC cerebral y la RM
convencional, en las últimas décadas, con el avance en la investigación de
tratamientos, es necesaria mayor precisión en el diagnóstico, por lo que han
surgido nuevas técnicas de neuroimagen.
Las estructuras
del lóbulo temporal medial, hipocampo y córtex entorrinal, son esenciales para
el desarrollo de la memoria normal, y se afectan precozmente en EA. Estudios
con RM cuantitativa señalan que la atrofia hipocampal se inicia con
anterioridad al inicio de los síntomas y aumenta con la progresión. Los
pacientes con EA tienen un volumen hipocampal reducido y éste, en pacientes con
DCL, aumenta el riesgo de conversión a EA. Otras regiones estudiadas con RM
cuantitativa son el córtex entorrinal, el surco temporal superior y el cíngulo
anterior. Estas regiones están reducidas en EA y su medición combinada en
pacientes con DCL permite discriminar conversores a EA con una precisión del
75%. Algunos estudios obtuvieron resultados menos claros por la dificultad de
medir regiones anatómicas de tamaño reducido. La RM volumétrica requiere
disponer de programas especiales y, debido a la falta de una técnica de
medición automática, su análisis lleva mucho tiempo y es difícil de aplicar en
la práctica clínica. En cambio, las escalas visuales semicuantitativas de la
región medial del lóbulo temporal, fáciles de aplicar, tienen una precisión de
hasta el 80-90% para detectar cambios. Estas escalas, en pacientes con DCL, son
útiles para predecir conversión. Estudios longitudinales con RM seriadas
presentan, en EA, una tasa de atrofia cerebral aumentada, y en pacientes con
DCL conversores, una mayor tasa de atrofia global y, en algunos estudios,
también de estructuras temporales mediales. Estos datos son consistentes con
los observados en presintomáticos de EA familiar por mutaciones en gen de
presenilina 1, que presentan tasas de atrofia hipocampal y hemisférica
aumentadas que se detectan hasta 3,5 años antes del inicio de síntomas.
Estudios con RM seriadas muestran correlación entre tasa de atrofia hipocampal
y deterioro de la función mnésica.
Un método para
medir la atrofia cerebral automatizada es la técnica de morfometría basada en
voxels (voxel-based morphometry, VBM), que permite crear un
mapa de la pérdida de sustancia gris distribuido en voxels. La ventaja
principal de la VBM respecto a técnicas de volumetría convencional basada en
regiones de interés es que ofrece una determinación objetiva. Las secuencias de
difusión mediante RM permiten medir alteraciones en la difusión de las
moléculas de agua causadas por alteraciones microscópicas. Se observa un
aumento del coeficiente de difusión aparente (ADC) hipocampal en sujetos con EA
y DCL, que se atribuye a pérdida de cuerpos neuronales, axones y dendritas que
provocaría difusión de agua mayor. La imagen cerebral global volumétrica por
transferencia magnética (Whole-brain magnetization
transfer imaging), permite identificar regiones con daño axonal en
estructuras aparentemente normales. Los estudios con en DCL han mostrado que la
ratio de imagen por transferencia magnética de la sustancia gris se encuentra
disminuida comparada con controles.
La RM funcional
se ha aplicado al estudio de la activación de estructuras temporales mediales
en la EA y en DCL. Los pacientes con EA tienen hipoactivación de estas
estructuras, mientras que en la DCL hay una hiperactivación hipocampal
compensatoria, comparada con controles. Estudios longitudinales muestran que
los pacientes con DCL que progresan tienden a activar regiones mayores del giro
parahipocampal durante la codificación de una tarea visual. Los pacientes con DCL
presentarían una hiperactivación hipocampal para compensar las alteraciones
temporales subyacentes, y con la evolución se iría instaurando un patrón de
hipoactivación similar al observado en EA. Las técnicas de neuroimagen
funcional tienen como ventaja respecto a las técnicas estructurales que aportan
información sobre mecanismos fisiopatológicos.
La PET-FDG
(medición del metabolismo cerebral de glucosa mediante tomografía por emisión
de positrones) y la SPECT cerebral (medición de perfusión cerebral como
marcador de actividad cerebral mediante tomografía computarizada por emisión de
fotón único) en la EA muestran hipometabolismo o hipoperfusión en regiones
temporoparietales, cingulado posterior y más tarde en zonas de asociación
frontales. La combinación de medidas volumétricas de estructuras temporales
mediales y SPECT cerebral mejora la capacidad de discriminación de evolución a
EA, comparada con cada medida aislada. La SPECT cerebral en la DCL muestra que
los conversores a EA tienen hipoperfusión en el córtex cingulado anterior y
posterior. Algunos autores han demostrado hiperperfusión en la región frontal
inferolateral en los que progresan, compatible con la hiperactivación
observada mediante RM funcional.
El PET con F18-fluorodeoxi-D-glucosa (FDG-PET) proporciona una
estimación del metabolismo cerebral de la glucosa y es útil en el diagnóstico
precoz de EA. En la EA probable, la primera área metabólicamente afecta es el
giro cingulado posterior, seguido del córtex de asociación temporoparietal y la
región hipocampal. En la DCL se ha visto una reducción del metabolismo
hipocampal y estudios longitudinales indican que los que progresan a EA tienen
hipometabolismo temporo-parietal. Estudios de PET con PIB, un trazador que
marca betaamiloide, han mostrado un aumento del depósito de amiloide similar al
descrito en estudios histopatológicos, que precede a alteraciones de los
marcadores de neurodegeneración como FDG o radiofármacos de perfusión cerebral
y a los síntomas cognitivos. Sin embargo, el depósito de Aβ
no se incrementa conforme progresa el deterioro cognitivo, a diferencia de los
marcadores de disfunción neuronal. La captación de PIB indica depósitos de
amiloide cerebral en muestras postmortem de
EA. Los estudios muestran captación en diversas regiones corticales en EA,
comparado con controles. No hay diferencias en sustancia blanca o cerebelo. La
captación se correlaciona de forma inversa con los niveles de Aβ 42 en LCR y con el
metabolismo cerebral determinado mediante FDG-PET. Se han obtenido datos de de
PET-PIB en DCL amnésico y multidominio. La captación de PIB en DCL es
heterogénea: algunos casos presentan un patrón superponible a EA, y otros uno
similar a controles sanos, lo cual apoya la heterogeneidad etiológica del DCL.
La presencia de amiloide puede resultar dudosa si se toma como único criterio,
ya que puede observarse en ancianos sanos cognitivamente normales. Un 25% de
ancianos sanos presentan algún grado de captación de PIB en regiones corticales
y algunas personas sin deterioro cognitivo tienen depósitos de amiloide
cerebral en estudios necrópsicos.
Se llevan a cabo también estudios en EA con trazadores de tau.
CONCLUSIONES
La EA debe ser
considerada como un continuo, desde los estadios preclínicos hasta la aparición
de la demencia tipo Alzheimer. La estadificación de la EA preclínica incluye
diversos estadios:
Estadio 1: correspondería a la amiloidosis sintomática, en la que
existiría un aumento del depósito cortical de PET Aβ , sin evidencia de
neurodegeneración.
Estadio 2: ya se habría producido la disfunción neuronal en PET-FDG,
que se añadiría al depósito de amiloide.
Estadio 3: los pacientes ya presentarían síntomas muy iniciales de
deterioro cognitivo. La EA prodrómica ya se ha definido también previamente con
los criterios de Dubois.
Numerosas estrategias terapéuticas que se ensayan hacen necesario
diagnosticar a los pacientes en estadios muy tempranos. Los biomarcadores de
LCR y marcadores de neuroimagen nos han permitido introducirnos en este
escenario diagnóstico.
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