09 mayo 2006

CUIDADOS A LOS ENFERMOS DE ALZHEIMER

Las personas mayores con demencia experimentan grandes perdidas asociadas a la enfermedad. La atención diaria a los demenciados nos es difícil de seguir sin ayuda. Se omiten frases en las conversaciones o se repiten; los juegos y ejercicios son abreviados y se practican sin las normas habituales; se suspenden los hábitos convencionales en la mesa, se pueden ver a personas solitarias caminando sin un destino claro por los pasillos, patios y salas...
En las instituciones de mayores con demencia hay una tranquilidad inquietante, falta la conversación, salvo la que mantiene el personal cuidador. La naturaleza de la relación que surge entre el grupo social y los cuidadores en el día a día tiene mucho que ver con que el entorno social y físico permita o no a las personas pasar un buen día. A pesar de los objetivos terapéuticos y con independencia de la documentación clínica sobre la función o el deterioro de los destinatarios de los cuidados; la tarea principal de los gerocultores y las personas mayores es pasar el tiempo juntos.
En las instituciones residenciales tenemos que adoptar un ritmo diferente y ajustarnos a experiencias sensitivas nuevas. Muchos enfermos se mueven lentamente por la edad y la confusión sobre cuando, hacia donde y como moverse. Hay atascos en pasillos y puertas de acceso a salas comunes. Para organizar una actividad se requiere un tiempo considerable, debido al lento proceso de conducción de las personas a lo largo del espacio hasta el lugar de la actividad. El ritmo horario parece arrastrarse lentamente a lo largo del día.
El mundo sensitivo del cuidado de las personas con demencia es un plano que se distingue del mundo exterior por diferentes tipos de estimulación Nos gustaría que las residencias fueran entornos hogareños y no institucionalizados. La mayoría de las instituciones tienen el ambiente de centros sanitarios, de salas de rehabilitación o de clínicas mentales. En la mayoría existe la preocupación de limitar el color, el desorden y demás información sensitiva que pueda ser sobreestimuladora. Se tiene miedo a que las personas se muestren más agitadas si existe una estimulación excesiva, lo que aumenta los problemas para el personal cuidador.
Hemos realizado un estudio en dos residencias publicas asistidas de mayores con trastornos demenciales en distintos estadios, desde moderados a graves, durante un año. En la primera residencia realizamos un curso de formación en habilidades del personal cuidador, explicando una serie de intervenciones practicas relacionadas con los cuidados diarios del mayor demenciado. En la segunda residencia se realizaron los cuidados habituales sin adiestramiento alguno.
A lo largo del periodo de formación de los gerocultores insistimos en habilidades, actitudes del cuidador y en una serie de cualidades que creemos mejoran el comportamiento y alivian la aparición de trastornos conductuales en los demenciados
Comprobamos que la evolución del deterioro cognitivo fue independiente de la intervención educativa. Si encontramos diferencias significativas en las medias de los valores del NPI (Neuropsychiatric Inventory), especialmente en la puntuación de sobrecarga del cuidador. Conseguimos una mejoría en la conducta de los mayores y la sobrecarga del cuidador fue significativamente menor en la institución donde actuamos educando a los cuidadores y estos interviniendo con los mayores.
Las intervenciones educativas realizadas son fruto de la clínica geriátrica habitual, han mejorado la calidad de los cuidados y en consecuencia la calidad de vida de nuestros mayores institucionalizados, también han reducido el nivel de estrés de nuestros gerocultores.
Vemos una mejor calidad de los cuidados y un menor número de acontecimientos adversos informados, menor número de episodios de agitación, menor número de caídas, insomnio, orientación, lesiones y reacciones catastróficas.
También existe una mejora en trabajo de los cuidadores gerocultores comprobado, a lo largo del año, por el menor numero de bajas laborales por estrés en el centro residencial, al que aplicamos la intervención formativa en habilidades y actitudes.
Concluimos afirmando que es precisa la formación continua en las instituciones de los equipos sociosanitarios, trabajando y unificando criterios que ayuden a mejorar la calidad de los cuidados, en definitiva contribuyendo a mantener el bienestar del mayor y de nuestros gerocultores.