03 marzo 2012

DETERIORO COGNITIVO DE INICIO PRECOZ



La revista British Medical Journal (BMJ) ha publicado recientemente, enero 2012, que el deterioro cognitivo comienza antes de los 45 años.
En 1956, un grupo de científicos estudió a 500 personas, entre 20 y 60 años, en Seattle (USA) y demostró que el cerebro se deteriora a medida que las personas envejecen, la pérdida de esas habilidades comenzaba a partir de los 60 años. Desde entonces, muchas otras investigaciones se han basado en esta tesis.
Actualmente el estudio realizado en más de siete mil personas, entre 45 y 70 años, con un seguimiento de diez años, muestra que la capacidad que el cerebro para las habilidades de memoria, razonamiento y comprensión (función cognitiva) comienza a deteriorarse a partir de los 45 años, 15 años antes de lo que creíamos.
Los profesores del Centro de Investigación de Epidemiología y Salud Pública de Francia y del University College of London, en el Reino Unido, siguieron durante diez años a 5.198 hombres y 2.192 mujeres, a los cuales evaluaron en tres ocasiones, durante 1999 y 2009. A través de diversos cuestionarios midieron los cambios que registraban cinco habilidades cognitivas: razonamiento, memoria, vocabulario, fluidez semántica y fluidez fonológica. Estas últimas incluyen, por ejemplo, recordar por escrito todas las palabras que comienzan con una letra (fluidez fonémica) o los nombres de animales (fluidez semántica) en un determinado tiempo. Para evitar distorsiones en los datos, se consideraron las diferencias en el nivel educacional de la población estudiada.
Los resultados mostraron dos cosas, primero, que las puntuaciones cognitivas se redujeron en todas las categorías y edades, excepto en el vocabulario, que sabemos es poco influenciado por la edad. Y segundo, que este descenso se inicia a los 45 años, tanto en hombres como en mujeres, con una reducción promedio para las cinco habilidades de 3,6%. Entre los 65 y 70 años llega a un 9,6% en los hombres y un 7,4% en las mujeres.
El hallazgo es muy importante debido a que actualmente las intervenciones terapéuticas surgen sólo cuando las personas comienzan a experimentar los primeros síntomas de deterioro mental en la adultez mayor. El hecho de saber que éstos comienzan quince años antes, permite promover tempranamente estilos de vida saludables, en particular los vinculados con la salud cardiovascular. Como indica el proverbio hipocrático lo que es bueno para el corazón también es bueno para la cabeza. El estudio nos permite hacer intervenciones, farmacológicas y no farmacológicas, destinadas a modificar las trayectorias del envejecimiento cognitivo, que son más efectivas cuando se aplican al inicio del declive mental.
El núcleo de la investigación es entender el proceso del envejecimiento cognitivo. Varios estudios han demostrado que pequeñas diferencias en funciones cognitivas se traducen en grandes diferencias en riesgo de demencia, por lo que es importante conocer cuando se inicia este proceso y la investigación nos muestra que ese declive comienza tan temprano como a los 45 años.
El trabajo no sólo muestra, por primera vez, que el deterioro cognitivo comienza mucho antes de los 60 años, sino que éste puede darse a los 45 años e incluso antes, dependiendo de varios factores, como los estilos de vida, la dieta y la educación. La preocupación por la salud cerebral debe iniciarse en la niñez y no a los 50 ó 60, cuando ya existe una pérdida neuronal asociada a la edad y a los hábitos no saludables.
Los pacientes que presentan algún factor de riesgo de enfermedad cardiovascular (obesidad, hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes, etc.) deberían cuidarse, no sólo para salvaguardar su corazón, sino también para prevenir una demencia posterior.
Sabemos que cuando aparecen los síntomas de la demencia son el resultado de un largo proceso de deterioro cognitivo que ha podido durar 20 o 30 años. A pesar de que se ha realizado mucha investigación en los métodos diagnósticos, aún no se han descubierto los biomarcadores o los perfiles cognitivos que muestren claramente el desarrollo de demencia. Sin embargo, sí que existen suficientes estudios que demuestran la relación entre los factores de riesgo cardiovascular y las posibilidades de desarrollar demencia. De ahí, la importancia de un estilo de vida saludable.
Este estudio tendrá profundas consecuencias para la prevención de la demencia. Hasta ahora no existe terapia curativa para la enfermedad, sabemos que lo más efectivo es diagnosticarla y tratarla cuanto antes. A raíz de esta investigación, las pruebas para detectar el deterioro cognitivo deberían realizarse a partir de los 45 años. Estamos entrando en una nueva era de estudio, investigación y prevención en la que se abre una esperanza de identificar maneras para intervenir antes en el desarrollo de las patologías asociadas al deterioro cognitivo.